El 7 de marzo de 2007, mientras aterrizaba en Yogyakarta, el vuelo 200 de Garuda Indonesia tocó tierra violentamente, rebotó varias veces y se salió de la pista, matando a 21 de las 140 personas a bordo. La aeronave debía aterrizar con los flaps extendidos a 40 grados, pero solo estaba con una extensión de 5, lo cual fue agravado por la insistencia del capitán en aterrizar, pese a ir demasiado rápido.